Don Eusebio Bravo Páramo nació el 1 de julio de 1933 en Orgaz, un pequeño pueblo de Toledo. Ocupa el puesto primogénito de tres hermanos, siendo el único hijo varón de una familia en la cual, su padre se dedicaba a la construcción  y su madre a la costura.

Cursa sus estudios primarios en su pueblo natal, y posteriormente la familia al completo se traslada a Toledo capital donde permanecen durante 3 años. Una vez cumplidos los 13 años, la familia al completo vuelve a trasladar su residencia, esta vez por motivos de trabajo, a la ciudad de Valencia. Es allí donde el joven Eusebio comienza su faceta musical, decantándose por el clarinete, instrumento con el cual empezó estudiando en el “Musical”. A los 19 años se traslada a León acompañado por un familiar que lo anima para ampliar sus conocimientos musicales y realizar el servicio militar.

Al llegar a León ingresa directamente en la banda de música del lugar, y paralelamente continúa con sus estudios de clarinete, obteniendo altas calificaciones. Además de ello, para obtener algunos ingresos de más, forma un grupo de cinco componentes para actuar en las fiestas de los pueblos, en el que Eusebio toca el saxofón tenor.

Cumplidos los 22 años conoce a su actual esposa Dña. Ascensión Llamazares Pinto con la cual contrae matrimonio en septiembre de 1957.

A los 29 años lo destinan a Madrid, ciudad en la que permanece durante 10 años. Aprovecha este tiempo y termina sus estudios de clarinete obteniendo el título oficial junto al de profesor de música. Mediante oposiciones en el cuerpo militar llega a ser Sargento y, al igual que lo hiciera en León, toca en varias salas de fiesta como el Cisne Negro, en la que permanece durante nueve años.

En 1971 se crea una Banda de Música del Ejército del Aire en Las Palmas de Gran Canaria, donde es destinado. Llega a la isla el 29 de noviembre de 1971 sin su familia y en menos de un mes se incorporan su mujer e hijos.

Durante una temporada permanece en las filas de la Banda tocando el clarinete, llegando a obtener la graduación de Brigada. Posteriormente lo nombran director de la misma, cargo que ocupa durante nueve años, pasando a reserva como Subteniente y cediéndole la batuta a su gran amigo Diego Cano Cabello. Al igual que lo hiciera en León y seguidamente en Madrid, continúa tocando en salas de fiestas como la famosa “Pinito del Oro”, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

En el año 1982 Sebastián Rivero, componente de la Banda de Música de Teror, ingresa en el Ejército del Aire para cumplir el servicio militar. Es en ese momento cuando conoce a Don Eusebio y le comenta la necesidad de un director para la Banda de Teror. Éste sin dudarlo acepta la invitación, y tras mantener una conversación con el Sr. Alcalde Don Salvador Cárdenes Falcón para comprobar la situación real de la Banda,  pasa a ser director de la Banda Municipal de Música de Teror el 2 de febrero de 1982. Al llegar a Teror, sólo disponía de una banda con unos 10 ó 12 músicos; es por ello que hasta el año siguiente no decide actuar en el pregón de las Fiestas del Pino y  para ello contó con músicos voluntarios de la Banda de Aviación a los que pidió desinteresadamente su ayuda. Su objetivo principal era crear músicos para incorporar a la Banda del pueblo, y para ello acude al colegio para ofrecerse como profesor de música, siendo aceptado para impartir clases de música por las tardes y así poder seleccionar candidatos jóvenes para incorporar a la Banda.

De ésta manera Don Eusebio Bravo Páramo pasa a ser profesor de música en la Banda de Música de Teror, posteriormente en la Escuela de Música “Candidito” y junto con las dos actividades anteriores, ejerce como Director de la Banda de Música de Teror.

En agosto de 1996 fue nombrado Hijo Adoptivo de Teror. En 2004 pregonó la Fiesta del Agua, y en enero de 2007 el Pleno de la Corporación municipal, presidido por el Alcalde Juan de Dios Ramos, le concedió la Insignia de Oro municipal.

“Es la primera vez que pregono una fiesta y me gustaría transmitir la importancia que tiene la música en cualquier celebración: la música es la esencia de la fiesta, lo que hace unir a la gente y lo que consigue que los ruegos y los deseos se hagan realidad”.

Don Eusebio Bravo Páramo colgó la batuta en septiembre de 2009 dirigiendo por última vez en el Pregón de las Fiestas del Pino, después de más de 27 años al frente de la Banda de Música de Teror.

El lunes 4 de noviembre de 2019, Don Eusebio Bravo Páramo fallecía en Las Palmas de Gran Canaria a los 86 años de edad.

Semblanza de un músico, por José Luis Yánez Rodríguez.

Desde muy joven, Don Eusebio Bravo Páramo afirmaba que había descubierto que lo suyo era la música y decidió entregarse por completo al instrumento que le ha acompañado toda la vida: el clarinete. Con él viajó por media España desde Valencia a León pasando por Madrid y aterrizando definitivamente en Gran Canaria en 1971.

“Mi entrada en el Ejército fue una opción para poder vivir de la música. En realidad, no tenía antecedentes en mi familia ni sentía un mayor interés por la carrera militar. Hoy día hay más facilidades para vivir de la música y está más reconocida, pero hace unos años era difícil sobrevivir como músico”.

Al llegar a Teror, sólo disponía de una Banda que no superaba la docena de integrantes, con los que actuó cuando tan sólo habían pasado siete meses de su llegada. El 11 de septiembre de 1982, a las seis de la tarde, dirigió un concierto con el que se conmemoraba el Día de Las Marías. Pero no sería hasta 1983 cuando decidió actuar en el pregón de las Fiestas del Pino con músicos voluntarios de la Banda de Aviación.

Para ello, decidió dar el primer paso de los muchos que con un acierto casi milimétrico fue trazando el futuro de la Banda de Teror. Comenzó sólo, casi como un predicador de las bondades de la música, a acercarse a los colegios para despertar en los más jóvenes (algo que definió siempre su labor) el interés por la música a la vez que iba captando integrantes para aquella exigua formación que había encontrado a su llegada.

Además, siguió combinando su faceta musical con conciertos de clarinete y saxofón, instrumento que le abrió un mayor número de posibilidades para tocar en salas de espectáculos como la “Pinito del Oro” de la capital grancanaria. Asimismo, compuso una docena de temas relacionados con el pasodoble o la música canaria, entre las que resalta “Sentimiento Guanche”.

Era músico antes que militar; educador antes que director; amante de la cultura antes que severo instructor, prefería tocar acompañado más que sólo. Si tenía que elegir un compositor, se quedaba con Beethoven, su obra de cabecera era la 5ª Sinfonía del mismo autor aunque “hubiera muchas obras buenas”. No entendía otro oficio que el de la música para su vida. Las canciones de las que no se cansaría de interpretar nunca eran algunos temas musicales de películas, utilizaba la música para divertir y para comunicar y, lo que más valoraba en un músico, era que fuera un buen intérprete y que pusiera sentimiento en lo que tocara.

Con el paso de los años, e integrado completamente en el vecindario de la Villa, Bravo Páramo pasó a ser profesor de música en la Escuela de Música “Candidito”.

Y así llegó 2009, el año de su jubilación. […] Su obra permanecerá en Teror por siempre y para siempre.

“He intentado que se sientan a gusto y que la Banda sea una referencia en sus vidas. Por supuesto, he tenido que pelear para que mantengan su interés y no decaigan; quizás esto haya sido lo más trabajoso, incluso más que la misma formación musical. Todo lo que es música me gusta. No tengo predilección por un estilo o un autor concreto, aunque cada uno puede tener su momento. Hoy día se hacen muy buenas canciones, pero realmente en la música está todo inventado; lo que ocurre es que cambian los tiempos y también los modos de oferta y demanda…”